Narrativas en la ciudad: Paisaje úrbano como lugar de (des)encuentro social | Eva Luisa Gómez



Narrativas en la ciudad: Paisaje úrbano como lugar de (des)encuentro social | Eva Luisa Gómez

Considerando la importancia crucial que el diseño urbanístico ha adquirido en el desarrollo de las ciudades y de su actividad, conviene plantearse las narrativas que surgen de dichos proyectos y arquitecturas, que llegan a definir el comportamiento que tendrán los ciudadanos para con las mismas. Las relaciones sociales y de interacción con el medio, con el espacio, acaban determinando nuestra experiencia en ellas. Henri Lefebvre pensaba que las sociedades estaban en su derecho de construir de forma consciente su espacio, por ello afirmaba aquello de que el espacio debe dejar de concebirse como pasivo, vacío, o carente de otro sentido, como los “productos”, que se intercambian, se consumen, o desaparecen […] No se puede concebir de manera aislada o quedar estático. Es dialéctico: producto-productor, soporte de las relaciones económicas y sociales.


Las ciudades no solo establecen una relación con los ciudadanos que las habitan, sino que también son el reflejo de esa sociedad; construye un carácter, una cultura, una personalidad y un ideario concreto para sí mismo y para los habitantes a través del diseño y estructuración de estas, adaptándolo ya no solo a las necesidades prácticas, sino también a las estéticas.  Por ello, es crucial la idea de que:


El espacio no es un objeto científico separado de la ideología o de la política; siempre ha sido político y estratégico. Si el espacio tiene apariencia de neutralidad e indiferencia frente a sus contenidos, y por eso parece ser puramente formal y el epítome de abstracción racional, es precisamente porque ya ha sido ocupado y usado, y ya ha sido el foco de procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje. El espacio ha sido formado y modelado por elementos históricos y naturales; pero esto ha sido un proceso político. El espacio es político e ideológico. Es un producto literariamente lleno de ideologías. (Lefebvre 1976:31) (1)


La actualidad añora épocas pasadas, cuando las ciudades estaban hechas para el encuentro y la reunión, donde las plazas del foro congregaban a los habitantes que debatían sobre política y los principales asuntos de la ciudad. Sin embargo, el consumismo vino para quedarse ocupando estos espacios y reorganizándolos. El crecimiento constante de las ciudades ha hecho que los espacios de la convivencia hayan dejado el lugar a intereses de otro tipo englobados dentro el capitalismo y que se asientan en el neoliberalismo imperante.


La idea principal que ha venido reorganizando y estructurando los diseños urbanísticos centra su interés en poner todo y a todos en movimiento: personas, automóviles, ciudades, países e incluso a la cultura, con el objetivo de sacar el mayor provecho económico posible de cualquiera de nuestras actividades (Leónidas Martín, 2014) (2), lo que nos remite directamente al consumismo propio de nuestro siglo. De manera que el principal objetivo consiste en controlar la movilidad y delimitar los espacios a habitar. Las ciudades se han convertido en lugares de desencuentro social, que alienan al hombre en lugar de promover su función dentro de la comunidad.



Michel Ragon decía que el urbanismo moderno dio al pueblo la higiene. Pero no solo se vive de agua caliente. El funcionalismo tiene el mérito de haber querido dar a los hombres lo necesario. Pero ha olvidado que los hombres necesitan también de lo superfluo (3).


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Como respuesta, son numerosas las propuestas e iniciativas vecinales promovidas de forma particular o desde asociaciones e instituciones culturales que intentan volver a reunir a los vecinos, conectarlos y mejorar entre todos las necesidades del entorno que habitan a través de propuestas, proyectos conjuntos que mejoren el espacio habitado o la convivencia, propuestas artivistas, intervenciones urbanas, y actividades que conectan a los ciudadanos entre sí para trabajar en ideas conjuntas, o simplemente como forma de reunión o expresión. Todas estas iniciativas consiguen cambiar la narrativa urbanística impuesta o al menos romper parte de la misma en aras de despertar a sus ciudadanos de la aguja hipodérmica del crecimiento y diseño urbanístico que caracteriza nuestras sociedades.


Tal como se apuntaba en el proyecto Bellas Vallas o cómo subvertir con nuestros cuerpos el diseño urbano de las ciudades-marca (4), de Leónidas Martín, tanto la arquitectura como el diseño urbanístico han dirigido siempre nuestra movilidad en el espacio de la ciudad ya sea basada en principios políticos, ideológicos o económicos. Vallas, rejas, pinchos y muros acotan y definen la movilidad de las personas de manera visible, nos indican qué hacer o hacia dónde dirigirnos. También nos dictan cuáles son los espacios de reposo y reunión, como es el caso de los parques en las grandes ciudades que suponen una suerte de conciliación con la naturaleza, que tanto añora el ciudadano contemporáneo, en medio de la urbe.


La reciente oleada de ataques terroristas en Europa ha llenado las avenidas principales de las grandes ciudades de topes de cemento, maceteros gigantes y todo tipo de adornos que puedan ayudar a evitar o disminuir la efectividad de los mismos. Salvo en este último caso, por la evidente problemática del mismo, en la mayoría de las ocasiones, la forma estética característica de este nuevo mobiliario urbano deriva en una imperceptibilidad para los viandantes que supera cualquier funcionalidad. Se ha cambiado la habitabilidad del espacio para provocar la armonía estética del hombre con su entorno a través de su uso, dándole naturalidad a lo artificial. De forma que este paisaje sigue cumpliendo su propósito, pero desde la invisibilidad.


Narrativas en la ciudad: Paisaje úrbano como lugar de (des)encuentro social | Eva Luisa Gómez

La belleza juega un papel importante en su construcción, de forma que la violencia permanece inscrita en su materialidad (Leónidas Martin).


Espacios hechos para circular, de tránsito, donde setos y arbustos delimitan estratégicamente el paso, las rejas adquieren formas del todo variopintas, a la vez que incómodas o imposibles para sentarse, que se combinan con superficies de cemento inclinadas o bancos y sillas separados estratégicamente en los que nos resulta complicado mantener una conversación. El contacto, tanto con el espacio como con los Otros (con la comunidad), se limita, se acota y sobre todo se dirige. El desencuentro está circunscrito en el paisaje urbanístico y en nuestra movilidad dentro del mismo.


Por ello hay que partir de la base de que estos lugares son mucho más que espacios, se crean lugares con identidad. Es más, no es un lugar, sino un tener lugar de los cuerpos que lo ocupan (Delgado, 2007: 13) (5).


El geógrafo y urbanista Jordi Borja destaca tres características principales de las ciudades actuales que repercuten en cómo se interactúa y cómo se vive en las mismas (6): a) disolución: existencia de una urbanización desigual y un debilitamiento o especialización de los centros; b) fragmentación: combinación de un capitalismo desarreglado con la lógica sectorial de las administraciones públicas, que provoca la multiplicación de elementos dispersos en territorios cortados por vías de comunicación; y c) privatización: generalización de guetos en relación a clases sociales, que van desde barrios de lujo a barrios pobres, donde se sustituyen las calles, plazas y mercados en centros comerciales.


Tanto la creciente desaparición de espacios públicos, como la segmentación de los ciudadanos en clases sociales y en barrios, repercute en los diseños urbanísticos y los fines para los que se crean. Nos influye en qué destinar el tiempo libre y en cómo los individuos se relacionan, se mueven y se (des)encuentran.



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Por este motivo han ido surgiendo durante los últimos años propuestas e iniciativas que rompen con esta particular movilidad dirigida y que llevan a cabo reapropiaciones del espacio.


Estos movimientos tienen en común su intento por volver a concienciar al individuo del papel que tiene en el entorno que habita, de ser consciente del mismo y reapropiarse de espacios públicos y hacerlos colectivos. El llamado artivismo, que no solo hace reflexionar, sino que invita también al público a participar, hace posible que el individuo tenga aquí el poder de crear y transmitir en forma de expresiones artísticas un discurso con el que llegar al resto.


También se pueden encontrar propuestas que apuestan por la reutilización de mobiliario urbano que está en desuso, como es el caso de Libros Libres y Activos (7), que tras un intento de reconvertir las cabinas telefónicas abandonadas de Madrid en biblio-cabinas para el intercambio de libros, continúan trabajando en la reivindicación de su espacio a través de biblio-verjas.


La museificación de las calles ha hecho durante años salir a los artistas de los lugares comunes de exposición y disfrute de este, como son las galerías o los museos, para acercarlo al individuo y despertar a los viandantes de la cotidianeidad, ya que lo único que ésta ocasiona es perpetuar las relaciones dominantes en las que vivimos inmersos. La ciudad se convierte en un espacio escenográfico en el que los artistas buscan reapropiarse del paisaje e invadir visualmente, tal como la publicidad ha hecho durante años, pero para provocar efectos positivos y de placer visual sin llegar a molestar.


Hay numerosas propuestas que han surgido en torno a estas ideas, algunas de ellas desaparecen, otras se transforman y otras permanecen en el tiempo, como es el caso de Park(ing) Day. Esta iniciativase trata de un evento que se viene organizando de forma anual en varias ciudades del mundo con el objetivo de convertir plazas de parking en improvisados parques, jardines e incluso playas. Buscando una intervención en el espacio urbanístico, lo que se pretende es disfrutar de estos espacios que habitualmente están destinados a otros usos y convertirlos en lugares de reunión, pausa y convivencia.


En la misma línea se desarrollaron Desayuno con viandantes, Esto es una plaza o Desayunos en la Luna, en los que grupos de arquitectos y artistas, siguiendo al movimiento que surgió en 1996 en Viena, organizan desayunos determinados días del mes para compartir este acto en un espacio de la ciudad. No solo ocupan espacios públicos, sino que también se reúnen en aquellos que, en su opinión, debieran tener la misma consideración.


Narrativas en la ciudad: Paisaje úrbano como lugar de (des)encuentro social | Eva Luisa Gómez

El objetivo principal de este tipo de iniciativas y movimientos es dar importancia a las relaciones socio-culturales, y reapropiarse de espacios que son de todos. Crear un sentimiento de pertenencia y no de paso. Calma, disfrute y convivencia para romper con la característica de individualidad propia de nuestro siglo. Componer el espacio habitado con encuadres de experiencias personales y comunitarias en los mismos que rompan con el diseño y propósito para el que fueron construidos o pensados. Darle un sentido social y cultural al entorno que el individuo habita le permite apropiarse de él, transformarlo de manera material y simbólica. Lo convierte en un espacio con identidad, con sentido de pertenencia a través de las relaciones que se construyen.


Debemos replantearnos constantemente los lenguajes, los códigos y las estructuras formales de las que formamos parte en la sociedad. Darle importancia al lugar donde nos comunicamos y donde nos relacionamos, para saber cuáles y cómo son nuestros lugares de encuentro y desencuentro.


Experiencialmente el significado de espacio comúnmente se confunde con el de lugar. Espacio es más abstracto que 'lugar'. Lo que comienza como un espacio indiferenciado se vuelve lugar en la medida en que lo conocemos mejor y le asignamos un valor (Yi-Fu Tuan, 1977: 6) (8).




Eva Luisa Gómez



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(1) Lefebvre, Henri (1976). Reflections on the politics of space. Antipode, 8(2), pp.30-37.


(2) Enlace.


(3) Ragon, M (1971). Histoire mondiale de l’architecture et de l’urbanisme modernes. París. Vol.1, p.9.


(4) (Ver nota 2)


(5) Delgado, Manuel (2007). Sociedades Movedizas: Pasos hacia una antropología de las calles. Barcelona: Anagrama.


(6) Borja, J. (2000). Laberintos urbanos en América Latina. Espacio público y ciudadanía. Quito: Abi-yala.


(7) Englobado dentro de las propuestas de proyectos a llevar a cabo en Experimenta Distrito de MediaLab Prado Madrid


(8) Tuan, Yi-Fu (1977). Space and Place: The Perspective of Experience. University of Minnesota: Minneapolis.