La proyección de Mapa a la que había asistido el día anterior estuvo abarrotada de público. Los comentarios en la entrada o justo de antes de arrancar el cortometraje que da pie al filme y a la salida de la función, recordaban más a la irrupción masiva de un cantante que acabara de grabar su primer álbum - at last, como dice dulcemente la canción de Etta James que suena de despedida- tras años de patearse clubs con la única ayuda del boca a boca, que a un debut cinematográfico.
Sabedor ya de haber sido agraciado con uno de los premios del jurado, León Siminiani se sometía aquel sábado de clausura, saludando compulsivamente a un montón de gente que acababa de conocer (o que quizá ni conocía), a cuestionarios en serie de diez minutos donde se escuchaban más felicitaciones que preguntas, más ganas de saber de esa chica misteriosa, Luna, sobre la que gira y gira el film, que de plantear cuestiones técnicas.
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Aludes a una canción de Mathew Sweet y recuerdas la música de los años 90 como la que iluminó tu juventud. Fue una época de todas formas bastante depresiva, con todo aquel grunge.
Bueno, ya sabes, he seleccionado. Más que tener un recuerdo positivo, digamos que es la energía, todo lo que significó en esos años, volver a ello como una fuente de inspiración aunque también se confundan en mi cabeza con los días de Jesus & Mary Chain y todo aquel sonido tan oscuro.
Sacas posters de Il Generale de la Rovere o Jules et Jim, un material en esa frontera del cine de los últimos 50 y primeros 60. Sin embargo, tu película entronca mucho más con Jim McBride y todos los cineastas que vinieron después. ¿Crees que aún hay espacio para filiaciones clásicas?
Sí, estoy convencido de que el cine acabará yendo de nuevo en esa dirección. Creo que las películas “para cinéfilos”, dirigidas a un público muy cerrado…
Que no es el caso de la tuya…
No, desde luego. Ese tipo de películas acabarán dejando cada vez más lugar para recrear géneros. A mí me encanta Johnny Guitar y ese tipo de películas con las que crecí, solo hace falta encontrar el medio para volver a ellas.
Esos condicionantes económicos, ese formato del DV parece el único “válido” para filmar un diario de todas formas. Casi parece hasta normal que hayas puesto dinero para hacer el filme, pese a que también ande por ahí Daniel Sánchez Arévalo.
Hablar de uno mismo en 35 mm es raro, sí. Hoy día no escoges cómo pagas una película, simplemente juntas hasta que puedes hacerlo. Muchos no llegan.
Imagino que ahora estás en la misma encrucijada que Mercedes Álvarez, después de rodar sobre ti mismo, tu entorno ¿cómo dar esos pasos hacia atrás para impulsarte?
Ella lo ha hecho muy bien, Mercado de futuros es muy buena. Con la promoción de Mapa he perdido de vista el “problema”, pero efectivamente me toca pensar por dónde seguir, cómo empezar a hablar en tercera persona.
En parte lo has hecho, incluyendo lo filmado en el 15M, ¿no?
Sí, pero eso respondía más a la voluntad por captar lo que veía, fuese lo que fuese, sin planificar nada.
El viaje, cuando vuelves a Madrid, no termina, realmente se convierte en un estado de ánimo.
Es cierto y por eso el filme termina otra vez partiendo, volviendo al punto de partida.
Es un poco lo de Bob Dylan y su Neverending Tour.
Algo así.
Como referencia para viajar a la India no es muy tentador que digamos.
Filmé lo que vi, sin importarme si le estropeo el plan a nadie, era lo fundamental. Creo que es importante volver, como hizo Louis Malle. Igual la primera vez no ves aquello bien, hay demasiadas cosas que esperas encontrar.
Finalmente me gustaría saber de qué te sirvió tu experiencia en TV.
Pues fue decisiva. No porque me ayudara específicamente, pero, que me echaran de allí, pasado el periodo de hundimiento típico, me hizo dar este salto. Quizás si no llega a suceder tal cosa ahora estaría asentado, pensando en hipotecas y cosas así. Ahora vivo esto a fondo y lo estoy disfrutando.
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