Entre junio y julio tuvo lugar en la Cinemateca Francesa el ciclo Perles Noires, una extensa retrospectiva de las grandes joyas desconocidas del cine noir, reuniendo en un mismo cuerpo las mejores contribuciones artísticas de cineastas como Joseph Losey, Cy Endfield, Curtis Bernhardt o Robert Parrish, entre otros. Como señala en su presentación Philippe Garnier, programador de la muestra, Perles Noires rehuye cualquier jerarquía artística o estética, primando por encima de cualquier dogma la oportunidad de descubrir, de introducir al espectador en las entretelas del género a través de sus películas más ocultas. Unas perlas negras seleccionadas con paciencia e incansable dedicación por Eddie Muller, especialista e impulsor de la Film Noir Foundation, con quien pudimos intercambiar impresiones sobre el noir, su herencia, su presencia actual y el enorme valor de sus manifestaciones cinematográficas.
Usted es conocido por ser autor de libros, tanto de ficción como de ensayo, alrededor del noir. ¿De qué manera se produjo su salto al campo de la búsqueda, conservación y archivo de películas?
Mi segunda vida como conservador de películas surgió a raíz de ser invitado como programador de festivales de cine noir. No fue hasta entonces cuando me di cuenta de que apenas circulaban copias en 35 mm de algunas de las más ignotas películas que había estado investigando. La mayoría de películas las vi en cintas de video de poca calidad grabadas de la televisión durante la década de los ’70. Los filmes de ahora han evitado atravesar una crisis económica como la de antaño. Sin embargo, encuentro difícil de aceptar que los espectadores ya no puedan ver en pantalla grande determinadas películas. Dice poco a favor de la cultura americana, la verdad. Por eso sentí la responsabilidad de rescatar aquellas películas huérfanas, al menos las del género noir. Pero, sinceramente, si el trabajo que llevo a cabo es posible, con los medios de que dispongo, es porque está muy enfocado a ese ámbito.
¿Cómo nace la idea de crear la Film Noir Foundation?
Para ser completamente honesto al respecto, la Fundación no nació totalmente de una idea altruista de rescatar películas. En un principio creamos una organización sin ánimo de lucro, de tal forma que pudiésemos tener acceso a archivos visuales no comerciales como el British Film Institute, aumentando así nuestras posibilidades de presentar películas verdaderamente ignotas en el festival de cine Noir City. Cuando llevamos a cabo el homenaje a Anne Savage, quise programar la copia de la Cinemateca Francesa de Detour, pero para tener acceso debía registrarme como una organización sin ánimo de lucro. Y así fue como empezó todo. Más adelante, me pareció absolutamente pertinente canalizar los beneficios obtenidos hacia el rescate y la restauración de películas perdidas o abandonadas. Es ahora cuando me pregunto por qué la Film Noir Foundation es el único grupo, en el ámbito del cine de género, que se dedica a la preservación de esta manera.
¿Cuál ha sido el criterio para conformar la selección de perles noires?
Programar una selección como esta para la audiencia francesa es una cuestión delicada, en tanto que los franceses son los espectadores más sofisticados del mundo. Dicho de otra manera: creen que lo conocen todo. Mi objetivo, inspirado por mi colega Philippe Garnier (sin el cual nada de esto habría podido suceder), era mostrar que todavía quedan cosas valiosas, olvidadas en el cubo de la basura de la cultura, que han sido ignoradas por la crítica. El noir no es sólo Welles, Lang, Siodmak, Mann o toda esa plétora de autores respetados. De hecho, muchos cineastas han sido ignorados a causa de lo difícil que es localizar sus obras. Y mi opinión no es que las grandes obras estén hechas a la medida de sus creadores, puesto que en numerosas ocasiones el estupendo trabajo de algunos artesanos no fue lo suficientemente apreciado al no venir firmado por un cineasta que gozase de reconocimiento crítico. Aprecio esa clase de películas fruto de una irrepetible combinación de talentos, factores y condiciones. Películas como City that never sleeps, de John Auer, o Tomorrow is another day, de Felix Feist. Son tan buenas como puede serlo un noir producido en aquellos años, pero han sido ignoradas porque, francamente, a ningún académico le importa el trabajo de Auer o Feist.
¿Puede el noir ser un sentimiento común, universal, extrapolable a culturas y cinematografías distantes?
Sin lugar a dudas. Si algo he aprendido gracias a la creación de la Film Noir Foundation es que el cine noir, que en general ha sido pensado en coordenadas franco-americanos, es un fenómeno internacional. Nuestro número de miembros comprende casi todas las partes del mundo. De hecho, he mantenido correspondencia con miembros de Escandinavia, Irán, Grecia, México, Argentina, Japón… Y estoy descubriendo que aquellos filmes se rodaron prácticamente en todas partes, en consonancia con la época de plenitud del noir, aproximadamente entre 1944 y 1952.
La literatura negra inspiró a cineastas como Godard o Truffaut, permitiéndoles moverse con libertad entre los géneros. ¿Cree que el cine negro americano permitió a otros cineastas desarrollar una dirección arriesgada, una cierta personalidad o libertad?
Sí, creo que sí... aunque dudo que muchos cineastas jóvenes absorban el noir de la misma manera y con el mismo espíritu a como lo hizo la nouvelle vague. Siempre ha habido razones prácticas para explicar por qué los cineastas se acercan al noir: de entrada, su realización es económicamente factible. Las historias son pequeñas; los repartos son reducidos, pueden rodarse en localizaciones naturales y compensar lo que ahorran en decorados poniendo el énfasis en el melodrama y el conflicto entre personajes. De todas formas, siento que demasiados cineastas jóvenes se acercan al noir con la intención de usarlo como escaparate para lo que, básicamente, son películas de acción nihilistas. Y, en realidad, no hay mucha acción en un género como el noir. Pienso en La jungla de asfalto, que es una de mis películas favoritas. Prácticamente versa sobre los pormenores del robo, y sus consecuencias. Mientras que el robo se desarrolla rápidamente, sus consecuencias persisten. Hoy en día es difícil encontrar un noir americano en el que se dé una genuina empatía con sus aciagos protagonistas. Aunque tal vez sea algo endémico de la cultura. América ha devenido más inmadura y cruel de lo que fue antaño, y es un sentimiento palpable en las películas: o son desesperadamente sentimentales o terriblemente cínicas. Ya no confiamos, de la misma manera que antes, en la ambigüedad o en la ambivalencia.
¿Cree que el noir actual puede seguir evocando esa imagen de malestar social propia de otras épocas?
Debería estar describiendo el malestar actual. Muchos de los clásicos noir lidiaban con la difícil situación del regreso de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Podríamos tener nuestros equivalentes contemporáneos, pero los filmes que abordan esta clase de temas lo hacen con cierta cautela, alejándose del estilo de las historias de género, que tal vez sería un enfoque más adecuado para manejarlo, si de verdad queremos que la audiencia acuda a ver ese cine. Sin embargo, En el valle de Elah, de Paul Haggis, era el tipo de película que estoy describiendo, y el público la rechazó.
Traducción | por Óscar Brox (versión en inglés)