Ben Rivers y Ben Russell: cosmogonías íntimas | por Henrique Lage

La 4º edición del [S8] Mostra de Cinema Periférico en A Coruña ha programado los trabajos del británico Ben Rivers y el norteamericano Ben Russell, con la intención de favorecer un diálogo tanto entre las obras de estos colegas y cineastas, como de las posibles influencias dentro de un formato al margen. Esta muestra ha dado en llamarse “Lo desconocido: cine, percepción y estados alterados” y se ha dividido en cuatro sesiones que conforman, cada una, una unidad coherente, y juntas, un todo complementario.


La primera sesión ha sido titulada Antes de que el mundo fuera palabra y gira entorno a los mitos de creación y a poner en contraste nuestra rutina vital. Así, se desarrolla un programa donde se nos dan distintas explicaciones de la creación, desde distintas materias. Esas mitologías se desarrollas expresamente a través de la voz, pues, como mito, tienen en su tradición oral un océano en el que mecerse o incluso mutar a lo largo del tiempo.




I. CIENCIA:


Powers of Ten (Charles & Ray Eames, 1977) es quizás la obra más popular de esta sesión. Para quienes desconozcan esta pieza, el cortometraje, desarrollado por IBM, se plantea en dos movimientos: un zoom out que permite ir perpendicular al eje de la Tierra hasta un cosmos que podría decirse vacío y un zoom in que parte de ese límite del universo hasta los infinitesimales quarks de un átomo de carbono. Con un tono didáctico pero no por ello seco, la voz en off aplica las proporciones matemáticas como la observación desde un microcospio teórico, relativizando el papel del ser humano al mostrar el abismo que se abre entre escalas mayores e inferiores y en la fragilidad y armonía de esa naturaleza.



II. FILOSOFÍA:


Es con Origin of the Species (2008) cuando nos sumergimos en la obra de Ben Rivers. Desde la figura de un leñador retirado que huye del mundanal ruido a su propio paraíso natural, Rivers establece una filosofía de vida con notable inspiración en el “Walden” de H.D. Thoreau. Su protagonista, empeñado en el valor del trabajo artesanal y la autosuficiencia, insiste en la lectura de los escritos de Charles Darwin para establecer una teoría: la evolución y la adaptación al entorno como una afirmación de la propia identidad y de la propia libertad fuera del grupo. Esa conquista evolutiva otorga al ser humano el papel de espectador de la naturaleza, el hombre como la pieza que el Universo necesita para contemplarse y entenderse a sí mismo. Dentro del entorno indudablemente chabolista en la que vive nuestro protagonista, el bosque toma un papel consciente, de asimilación del individuo, un hombre que reclama que la vuelta a la naturaleza es un verdadero regreso a las esencias del ser humano.


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III. GÉNESIS:


This is it, obra del poeta James Broughton, aboga por un estilo más jocoso, doméstico, íntimo y de inspiración puramente cristiana: la figura del niño desnudo en un jardín cobra dimensiones bíblicas en un precedente de Angyali üdvözlet (The Annunciation, András Jeles, 1984) o Xesús, María e Xosé (Cris Lores, 2011), pero también tiene el ritmo de una nana, de una visión infantil y despreocupada que, al igual que en Origin of the Species defiende entender el espíritu humano como los límites de sus necesidades, es decir, mantener nuestro territorio en un sistema sostenible y eficiente, lejos de aquellos elementos accesorios que distraen nuestra atención. Inevitablemente con el recuerdo de Le ballon rouge (Albert Lamorisse, 1956), la imagen del niño y la pelota roja habla de la necesidad de proteger nuestro entorno como un método para protegernos a nosotros mismos y, de paso, encontrar nuestro deber que va más allá de conocer el Universo o ser un simple espectador, sino de actuar como un protector de lo que ya tenemos.



IV. MITO:


Por último, se nos ofreció The Creation as we saw it (Ben Rivers, 2012) en comparación a otro trabajo, aún por terminar, de Ben Russell. Ambos trabajos se rodaron en la República de Vanuatu, compartiendo escenarios y personajes. La versión de Rivers se sumerge de lleno en el mito de creación de un culto tan reciente como el de John Frum, presunto soldado norteamericano de la Segunda Guerra Mundial al que se venera como a un dios entre los locales. Para el jefe de la tribu, Frum es un fantasma en el mismo sentido en el que lo es Jesús: una imagen espectral de nosotros mismos, que representa una voz interior que nos señala el camino hacia nuestra felicidad. El mito se revela entonces como una ficción, una construcción social para hablar de un viaje interior, de ese modo, encontramos uno (de tantos) métodos para hallar la felicidad.


La versión de Russell hace mayor hincapié en cómo esos mitos nacen a la sombra de una gran columna de humo volcánico, como una kipá que recuerda la presencia de fuerzas exteriores. Tanto Rivers como Russell buscan también mostrar esa homogeneización cultural que trae consigo la globalización, pero desde una perspectiva más optimista, la de un presente colectivo y compartido donde un teléfono móvil o una camiseta del Arsenal son herramientas rutinarias en la isla de Tanna. El culto a John Frum se construye, entonces, como el regreso de una conciencia colectiva pero experimentada a nivel personal, una conciencia que reclama un regreso a nuestras raíces - como la destrucción de iglesias en Tanna a principios del XIX - y ese movimiento donde alcanzamos las estrellas para volver a la Tierra, tiene la misma cadencia que el zoom out metafísico de Powers of Ten.


Russell y Rivers despidieron la sesión contando como acababan de terminar un largometraje en conjunto, explorando ideas que nacieron en Origin of the Species y que ya han tomado forma en The Creation as we saw it y su hermana siamesa: la utopía, ese no-lugar y no-tiempo donde buscamos la felicidad, y que mucho tiene que ver con el cine, desarrollado siempre como una experiencia en presente, con voz propia pero de difusión colectiva, y que nos traslada, desde su artificio -ambos insistieron en cómo su cine documental se basa en la incapacidad para retratar la verdad- a mundos que no existen ni existirán.



Ben Rivers y Ben Russell II: Tabula rasa



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